jueves, 25 de febrero de 2016

El paraíso

Debí darme cuenta desde un principio de que todo aquello sería un error. Ahora después de todo lo vivido de lo único que soy plenamente consciente es que no existirá el día en que alguien sea capaz de negarle nada.

Solo precisaba de chasquear los dedos y su paso quedaba arrasado, nosotros los corderos la admirábamos y seguíamos en su dirección sin rechistar ensuciándonos las manos las veces que hiciera falta, porque sí los verdugos eran otros.
Yo fui uno de sus maquiavélicos secuaces y obré el mal en su nombre, pero no era solo yo, no, hombres y mujeres caíamos como moscas encandiladas, atraídos cual trepadora de la que es imposible desquitarse.
Recuerdo la noche en la que la conocí, estaba al final de la barra de un garito de los que sabes a lo que vas, me atrajo nada más verla con ese halo de oscuridad que necesita ser rescatada y yo infeliz salvador del mundo fui a por ella. En ese momento empezaron mis problemas.
Y me ratifico en que debí leer entre líneas porque a ver, ¿a quién se le ocurre beber jugo de manzana un jueves a las 11h de la noche? Exacto es extrañísimo, pero lo que más es que insistía e insistía en que yo lo bebiera y bueno le hubiera dado el gusto lo prometo sino fuera porque soy alérgico a los pomáceos, y ante todo está mi salud.
Noté que su apego hacía mí disminuyó substancialmente como si solo por no ingerir ese líquido mortal ya no fuera de su agrado. Así que me esforcé mucho más para que su interés fuera el del inicio, y todo lo que quería se lo proporcionaba. 
 
Ahora me vienen recuerdos que en ese momento me molestaron e irritaron, sobretodo el de un tipo creo que me dijo que se llamaba Adán y de que me hablaba de una serpiente, un árbol y yo que sé que más, lo que si me acuerdo es que insistía muchísimo en que debía marcharme que había escuchado que era inmune a su total control.  

Pero yo ciego de celos, solo podía estar pendiente de ella de cómo lo examinaba y de cómo más tarde me miró a mí. Esa mirada penetrante y llena de odio me provocó un funesto escalofrío que me hizo saber que lo que más tarde me pediría no sería de mi agrado. Y así fue como sus últimas palabras lo precipitaron todo.  

- Debes deshacerte de él. 

En fin que las cosas no pintaron bien desde el principio, y bueno que os voy a contar siempre he sido un tipo listo, busca vidas y desapegado de las necesidades de otros. No fue muy difícil escapar de la situación y quien sabe, quizás cambiando un poco la historia fue la manzana la que me salvó a mí de Eva.
 
 

 
 También lo podéis leer en: https://elpoderdelasletras.wordpress.com/
 

jueves, 18 de febrero de 2016

El grupo

Habían pasado nueve años desde la última vez, nadie lo diría por la manera en que se buscaron, mismo lugar, misma emoción, personas diferentes. Se reconocieron en aquel abrazo, con aquel olor tan peculiar que inmortaliza un pasado reconfortante, cómodo y al finalizarlo comprendieron el porque del tiempo. 

Sentándose en la misma mesa se admiraron en silencio, comprendiéndose de nuevo. Las palabras se apisonaban por el miedo de verse envueltas en simpleza. Suspiros, movimientos de mano que rozaban la incomodidad. ¿Qué estaban haciendo? 

Alex fue el más valiente dando el primer paso. Le cogió las temblorosas manos, necesitaba tranquilizarla, calculó fríamente sus actos no quería dudas, errores, ni culpa. Había esperado demasiado para que todo terminara tan pronto, la necesitaba. Nunca creyó que fuera posible que dependiera de alguien de esa manera. Urgencias se agolpaban en su interior, y allí estaba ella contrariada con ganas de huir de aquel encuentro furtivo. Pero esta vez no la dejaría marchar, no iba a volver esperar una década, nada ni nadie iba a retirarlo de nuevo.
 
Ella lo era todo, su llave maestra. 

-        Tranquila Carla solo somos dos viejos conocidos tomando un café, no temas.
-        Sabes que no es así. –retiró sus manos.
-        Esta bien, comprendo tus dudas pero me lo debes. Me apartasteis, alejándome de  lo que me correspondía y ahora te aseguro que no voy a volver permitirlo.- se le veía nervioso con tics que en otro tiempo no tuvo.
-        No es tan fácil Alex, si estuviera en mi mano te aseguro que seguirías en el grupo. Pero es que ni siquiera existe, nos segregamos al poco tiempo de tu marcha.
-        ¡Estás mintiendo! –se alteró.
-        No lo hago te digo la verdad si no fuera así nunca hubiera aceptado verte.
-        Llevo en la sombra muchos años no puedes decirme que no hay nada. ¡Que ya no queda nada! –cada vez estaba más perturbado.
-        Lo siento pero es así debes dejarlo ir es el momento. ¡Despierta! 

El mundo una vez conocido y al que esperó regresar se desvaneció, quedando en un simple soplo sin futuro sin recuerdos. Notó un crujido algo en su interior roto y de repente nada, no había nada. Solo focos, silencio y un blanco cejador que le impedía ver con claridad. 
 
 

Mismo lugar otro escenario. 

Una enfermera leía el informe que había realizado el Doctor Moreno sobre el paciente número 24. 

-        Pobre hombre repite sin parar una conversación, pero lo peor de todo es que su lucidez solo dura unos segundos al finalizarla. ¿De qué grupo debía tratarse?
-         Algo de Internet creo no estoy segura, el Doctor comentó que su dependencia era tan fuerte que le era imposible asimilar otras realidades y ahora está perdido dentro de ese bucle a la espera de hallar la salida.
 


                                                                                           Cerrar sesión.

 

También lo podéis leer en: https://elpoderdelasletras.wordpress.com/
 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Ausencia

Te reconozco en suspiros, tu olor, tu aliento son parte de una piel que dejó impregnada la mía. Perdí todo lo que era por ser tú, no son reproches solo el sentimiento de vagar desnuda sin nada por lo que merezca seguirte.
 
Me ahogo en la miseria de un recuerdo olvidado, que se llevó un pasado lleno de complacencia en el que comprendí que era imposible agradarte. Poco a poco fui convirtiéndome en una difusa calcomanía, esas miradas cargadas de burla rompían la poca fuerza que habitaba en mi alma y confirmaban lo que siempre supe, nunca me amarías. 

Pero eso no me quitó las ganas de quererte, ironía de la vida luchaba por ti con más fuerza, ahora me pregunto qué hubiera ganado y sé la respuesta, trágica y dolorosa respuesta. 

No supe como lograr tu cariño pensé que si te daba un hijo me querrías por él, pero eso tampoco pudo ser. Culpa mía, claro. Más miradas de reproche, más dolor en el alma.

Allí fue mi final. Empezaste a tener una vida paralela a la nuestra desapareciendo progresivamente, las noches se convirtieron en días y llegó el momento que tus ausencias eran más eternas que los periodos compartidos.  

No te pedía explicaciones el miedo a que no volvieras era tan fuerte que te lo permitía todo. Aún así mi fe ciega en ti dudaba de la crueldad en la que serías capaz de someterme, haciendo añicos el vapor que nos sostenía. 

Recuerdo la despedida, fría como lo que nunca tuvimos. Sonó el timbre y lo supe, no debí haber abierto la puerta que guardaba mi futuro, pero lo hice. Conocí a tu hijo, lo llevaba en brazos la mujer que logró que tus ausencias fueran tan prolongadas, y dos maletas. 

Lo comprendí, cobarde fuiste, pero lo comprendí.
 
 
 
 
Concurso de Relatos "SAN VALENTÍN II, La Cara Oculta"

 

lunes, 8 de febrero de 2016

Acto I

Desencadenas en mí el odio que niego sentir.
Burbuja chispeante cual hedor rechazo
Recelo al verme envuelta en tu eternidad. 

¿Qué será de mí si solo estás tú?
Habitas cual gobernante con un manto de incertidumbre.
Robando el poco tiempo que se guarda como vida. 

Si tú, el que cree que maneja los hilos.
El que arrebata a su paso, tú y solo tú.
¡Maldito destino! 

Tejedor de almas sin escrúpulos.
Sentencio tu rumbo, finalizando en este acto.
Hoy saciaré mi sed. 

Porque sí, ella también habita en mí.
Arrebatos de furia que desgarran las entrañas.
Transformando su ansia en lágrimas proveedoras de vida. 

Entre murmullos revelo su presencia.
Advierto su calidez y la reconozco.
Solo a ella, a la libertad.
 


miércoles, 3 de febrero de 2016

Un mes

Una hoja en blanco.
Sin aliento, sin mira, sin letras. 
 
Es perturbador ver de nuevo la cepa, esta que abre el camino del silencio.
Inventa, aporta, mueve, para finalmente gritar estoy aquí. 
 
Me siento extraña, desbocada entre mundos y arraigada en la nada.
Tímida, introvertida de nuevo. 
 
Desaventajada, buscando el soplo que presta al regreso.
Hoy cuento ese mes sin palabras, porque quedó diluido. 
 
Fumigado por la nada de verse envuelto en su circunstancia.
En su vida.